ACTOR - ESPACIO


 

El actor y el espacio 

El mundo animal instintivamente en un espacio vital limitado, se mueve organizadamente respondiendo a sus necesidades de supervivencia y sus gastos energéticos. El ser humano tuvo ese mismo instinto, pero ese sentido de la organización del espacio se ha visto cada vez más inhibido. Sin embargo, percibir el espacio escénico y actuar en él es una de las cualidades esenciales del actor.
Algunos llaman “presencia escénica” a esta capacidad. Ese don – sueño de todo actor- puede ser adquirido trabajando adecuadamente. El actor debe asimilar el espacio escénico que lo rodea a través del cuerpo y a través del espíritu. El cuerpo debe escuchar al espacio, porque éste tiene el privilegio de determinar en parte a la representación según la manera en que se lo ocupe y se lo maneje.
 El actor debe ser sensible al espacio escénico y para adaptarse a él es necesario que el cuerpo sea capaz de “medirlo”, estableciendo un ritmo concreto que adapte al actor al espacio de una manera casi inconsciente. Con ejercicios adecuados se puede llegar a estimular la visión lateral, incluso podemos llegar a percibirlos movimientos de quienes están a nuestras espaldas, adivinando sus intenciones mientras interactuamos con ellos.
Ya sea en la expansión o en la contracción el cuerpo debe permanecer activo incluso en la inmovilidad: se trata de integrarse  a un espacio vital, que debe ser siempre dinámico, incluso cuando su movimiento haya llegado a su límite máximo.
El espacio es un actor aparte, no es neutro y reacciona frente a la acción. Si el espacio varía las relaciones entre los actores varían. Este puede sentirse con cualquier parte del cuerpo. El espacio, el tiempo, el objetivo, la relación se trabajan simultáneamente.
El actor debe saber dirigir su cuerpo con destreza y orientarse rápidamente en las condiciones y circunstancias más complicadas. Cuanto más rápido es el ritmo, los movimientos deben ser ejecutados con más precisión (no precipitación).  A través de este ejercicio se pueden observar dos maneras de vivir el espacio: el que ocupamos que es positivo y el que queda vacío alrededor de nosotros que es negativo. El movimiento en el escenario puede convertirse en un juego dinámico de espacios negativos que se convierten en positivos y viceversa.
(Extractado de "El libro de ejercicios para uso de actores"  P. Pezin)

 

El espacio vital del actor: su “burbuja”

Uno de los personajes de El extranjero de Albert Camus  dice: “Hay entre él y yo espacios que no sería capaz de atravesar”. Cada actor posee ese espacio vital, esa burbuja frágil que explota en el momento que el espacio que se crea en la relación con el objeto o con un compañero no es la ajustada.

 
El espacio la caja negra
 
El escenario es un espacio que se diferencia de su entorno y que permite agrandar como con lupa lo que pasa. Nada de lo que puede pasar en la vida es ajeno al teatro, porque el teatro es un lenguaje que puede hablar de todo. Sobre el escenario todo puede pasar, pero su espacio específico obliga al actor a tener conciencia que el lenguaje que está empleando es el del teatro. El espacio compartido por dos sobre el escenario se apoya en convenciones de la actuación, que en ningún caso pueden ser realistas. Hay que saber utilizar el cuerpo del compañero como soporte de la actuación.
 

El sentido coral

Toda expresión humana se sitúa en un contexto ambiental. Así también las posibilidades expresivas del actor se miden por su capacidad de entrar en contacto con el espacio que lo rodea y por sus posibilidades de comunicación con las personas que lo rodean, por esta causa trabajar en el espacio lleva al trabajo grupal.
 
Tener conciencia de su ritmo, de la amplitud de su impulso y adaptarse a esto, forma parte del descubrimiento del sentido coral. El grupo exige un compromiso profundo, receptividad, apertura y sumisión a lo que pueda pasar y no está fijado de antemano. El teatro es un espacio donde uno existe para sí mismo pero también para el conjunto. Ser uno mismo, pero a la vez encontrar su espacio y su tiempo personal, estar pronto para pasar a otra cosa; el cuerpo como organismo y como lugar de comportamiento recibe y devuelve.
 
Por eso hay que trabajar para eliminar todo obstáculo interior que dificulto el dar o el recibir. Existe un tercer factor que es la dinámica colectiva; cuanto mayor sea la sensibilidad del actor más necesitará de sus compañeros que lo sostengan y lo inspiren. El deseo de comunicación de cada uno lleva al grupo a la cohesión : el sentido coral.
 
El actor y su relación con el compañero
      
No eres tú quien debe hacer de rey, es tu compañero quien debe hacerte rey. Thierry Debroux, actor
El nivel más esencial en el juego de la actuación es el intercambio vivo  entre dos actores  y esta relación constituye un proceso orgánico que compromete al actor íntegramente. Relación mutua que debe establecer una comunicación dinámica permanente. No hay que olvidar que es gracias a acciones recíprocas entre compañeros que madura el conflicto dramático.
 
 Transmitir, es comunicar un texto, un sentimiento, un comportamiento con preparación y concentración. Por ejemplo: ¿qué pasaría si me lanzaran una pelota y yo no estoy ahí para recibirla? Arriesgo lastimarme, la pelota puede perderse o romper objetos... ¿Qué será entonces del texto y de la acción?
Es importante desarrollar la atención sobre los micro- movimientos del compañero, y los micro- gestos creando así un lazo de confianza mutua que permite concretar los objetivos propuestos en la escena.